Quintana Roo

“La ceguera” de SEMA y de la Protección al Ambiente

26 May. 2025 10:50 am

Caminos del Mayab | Martín G. Iglesias

Alrededor de 30 basureros a cielo abierto están a orillas de las carreteras que comunican a las cabeceras municipales con las comunidades; ante la falta de un programa de manejo de los residuos sólidos en dichos centros de asentamientos humanos, la gente hace de las suyas arrojando su basura en puntos específicos de las vías de comunicación.

Este es un problema que va en aumento con el paso del tiempo, ante la falta de capacidad de las autoridades medioambientales de todos los niveles de gobierno; porque el municipio no cuenta con la capacidad técnica y económica para atender el problema de los desechos sólidos en las comunidades más grandes de su territorio; el Estado es laxo en la aplicación de las leyes y no cuenta con la capacidad humana para realizar la supervisión en todos los puntos donde surge el problema de basurero a cielo abierto; la Federación, tiene problemas ambientales más grandes, no le interesa “un pequeño tiradero”.
Por ejemplo, si vas de Felipe Carrillo Puerto a José María Morelos; al menos hay tres tiraderos a orilla de la carretera; lo misma cantidad a orillas de la carretera que va a Valladolid, Yucatán. El tramo de Cafetal a Mahahual, hay dos, uno al principio en el kilómetro 9 y el otro unos 5 kilómetros antes de llegar al puerto.
De la cabera municipal de Tulum a Hondzonot hay unos tres a simple vista; de Cobá hacia la carretera libre que va de Cancún a Valladolid, dos; luego si agarras rumbo a Pacchen, Lázaro Cárdenas, ahí encontrarás dos más.



En la vía del Kilómetro 80 a Valladolid, es donde puede verse más de cinco de estos tiraderos que la gente hace; si vas de Kantunilkín a Chiquilá, son tres los que va a encontrar el visitante, eso que ya dos fueron saneados.

Por el lado de Puerto Morelos, si vas a Central Vallarta, hay dos que aún pueden ser controlados, porque principalmente son tiraderos de desechos de construcción; pero si vas de Central Vallarta a Leona Vivario, ahí hay dos, donde algunas veces los lugareños le prenden fuego.

Por si la Secretaría del Medio Ambiente (SEMA) de Quintana Roo, a cargo de Óscar Alberto Rébora Aguilera y, la Procuraduría de Protección al Ambiente (PPA) donde despacha Alonso Fernández Lemmen Meyer, tienen “ceguera” porque no han visto el problema que estos tiraderos a cielo abierto causan al Gran Acuífero Maya y por consecuencia lógica a los ríos subterráneos del Estado, ahí están los hechos, pueden dejar de hacer mucho escritorio y hacer más territorio para que se den cuenta de la magnitud del daño al medio ambiente, al agua que consumen los quintanarroenses.

No hay que ser un experto ambiental, porque lo enseñan en las primarias, para saber que los tiraderos de basura a cielo abierto ponen en riesgo el agua que usamos para consumo, pues al descomponerse estos desechos generan bacterias que son dañinas para el ser humano; así como el escurrimiento cuando le cae el agua de lluvia.

El problema es que los municipios concesionan la disposición final de los residuos sólidos, pero de la cabecera municipal, no toman en cuenta a las comunidades y es ahí donde se genera el problema, a pesar del esfuerzo de algunos ciudadanos para realizar el reciclaje, la mayoría prefiere tirar sus desechos a la orilla de la carretera, porque es más fácil, más económico y “la gente así lo hace”.

Luego hablaremos de los llamados “rellenos sanitarios”, necesitan mantenimiento ya que están sobrecargados y funcionan como tiraderos a cielo abierto, generando lixiviados y contaminando el manto freático. Ahí se las dejo…

SASCAB
Le va a resultar increíble lo que dice la Sociedad Química Estadounidense, científicos de la Universidad de California en Los Ángeles, presentaron resultados: al masticar chicle, cada gramo libera una media de 100 microplásticos a la saliva, aunque en algunos casos la cifra llega a los 600.


Dado que cada pastilla de chicle pesa entre 2 y 6 gramos, una pieza grande puede producir en torno a 3 mil partículas. A lo largo de un año, alguien que consuma de 160 a 180 chicles puede tragar unos 30 mil microplásticos. Al tiempo…

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