Noches de insomnio en palacio nacional
6 Ene. 2025 10:20 am
Libertas Capitur | FÉLIX SARRACINO | El panorama económico de México para el año 2025, es ciertamente sombrío. Esta expectativa afecta la percepción de nuestros socios comerciales y nos pone en situación de debilidad para negociar.
Los datos que proporcionan organismos internacionales especializados así lo indican. Es el caso de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe CEPAL, que pronostica un crecimiento económico de apenas 1.2% del Producto Interno Bruto PIB.
Se trata de uno de los peores pronósticos en la región, comparativamente con otros países de América. Nos ubican incluso junto a Cuba y República Dominicana. Una situación que ni en los peores momentos se pensó en gobiernos anteriores al morenismo.
Aunado a lo anterior, la sensible reducción en el presupuesto de egresos de la Federación, equivalente al 3.3% respecto al año anterior, permite prever una menor incidencia de este componente en la economía nacional.
Sobre todo, porque la reestructuración del gasto se enfocó en disminuir el gasto programable mediante un recorte del 7.3% en los recursos financieros de programas y proyectos específicos que afectan las actividades empresariales y laborales, lo cual repercutirá en la economía de empresas y miles de familias.
El reflejo se verá en la construcción de escuelas, capacitación a docentes, construcción de hospitales, vacunación, construcción de carreteras, puentes, transporte público, adquisición de equipo para las fuerzas de seguridad y prevención del delito, entre otras acciones que se verán afectadas.
En contraste, la reestructuración incrementó los recursos para gastos generales como la administración pública, los salarios de los funcionarios, los gastos de mantenimiento, entre otros. Y probablemente ya usted lo sabe, estimado lector: también las transferencias de recursos líquidos a la clientela cautiva del partido Morena, de pronósticos reservados durante todo el sexenio.
A manera de ejemplo y en términos lisos y llanos, es como si una empresa lechera decidiera dejar de invertir en equipo para ordeña, ampliación y renovación de su hato y, al mismo tiempo, buscara mejorar sus instalaciones, dar mejores condiciones laborales a sus empleados y contratar nuevo personal inexperto.
Es obvio que tendría que incrementar el precio de la leche y enfrentarse a la posibilidad de dejar de vender. Las consecuencias son generales e impredecibles. Y el futuro de la granja se vería comprometido. Con esta imagen, cualquiera pretendería imponer condiciones en una negociación. Y lo lograría.
Aunado a lo anterior y en caso de que, en un improbable caso, el gobierno de Claudia Sheimbaun decidiera no doblarse frente a las exigencias de Donald Trump, México tendría que enfrentar la imposición de aranceles a sus exportaciones a EUA. Sería un panorama económico aún más desalentador.
Las señales, sin embargo, apuntan a que la presidenta Sheimbaun se está dejando aconsejar por sus especialistas en aterrizar en la alfombra de la Casa Blanca con el “sí, señor” en la boca, como es el caso de Marcelo Ebrard.
Lo cual no significa que el inminente presidente norteamericano en funciones será sensible a dichas señales y que no exigirá mayor sumisión. Habida cuenta de que es un empresario que sabe aprovechar las oportunidades para obtener mayores ganancias de una contraparte inexperta y debilitada, como es el caso del gobierno claudista.
Las debilidades de México en materia económica son evidentes:
Su lento crecimiento económico, de 2.4 puntos porcentuales durante el quinquenio 2019-2023, de acuerdo con el Fondo Monetario Internacional FMI. Y el 1.2% que prevé la CEPAL para este año;
La constante disminución de la inversión pública ha limitado la capacidad del país para financiar proyectos de infraestructura y otros programas de inversión;
El creciente monto y servicio de la deuda pública ha disminuído la capacidad del país para invertir en proyectos de largo plazo, impidiendo fortalecer su planta productiva y prepararnos para la cada día más intensa competencia;
La falta de inversión en educación y capacitación no ha permitido desarrollar una fuerza laboral más competitiva, en el entorno internacional, disminuyendo nuestras capacidades;
La incertidumbre económica y jurídica por la opacidad en el manejo de los recursos y la discrecionalidad con la que se maneja la administración pública, equiparan a nuestro país con gobiernos autoritarios de izquierda y ahuyenta los capitales.
No hace falta ser un experto en finanzas para imaginar que, todo lo anterior es el anuncio de una recesión económica, cuyos principales indicadores son, precisamente:
Disminución del PIB durante dos o más trimestres consecutivos; aumento de la tasa de desempleo; reducción de la inversión privada en capital y tecnología; disminución de la confianza y de los gastos en bienes y servicios; incremento de la deuda; y disminución de la producción industrial.
Carlos Salinas de Gortari dijo:
“Para ejercer su responsabilidad, mantener respeto del exterior y conservar la armonía interna, el Estado tiene que obtener recursos de la economía; pero puede y debe canalizarlos de acuerdo al interés general y no de un grupo o clase particular.”
Algo que se les olvidó a los genios políticos y financieros constructores del segundo piso de la 4T, que no entendieron que la economía nunca se manejó desde Los Pinos. Y que nunca se trató sólo de dar órdenes a diestra y siniestra desde el Palacio Nacional, como imaginaron en sus noches de insomnio.
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