Los Huistas y los Pochos, piezas clave en el rompecabezas de la violencia en Chiapas
30 Jul. 2024 12:49 pm
TAPACHULA | Rivelino Rueda | Los Pochos y Los Huistas, organizaciones criminales del norte de Guatemala que controlan el 90 por ciento de los cargamentos de cocaína que llegan a Estados Unidos, son piezas clave en el rompecabezas de la extrema violencia que se vive en la zona fronteriza de Chiapas entre los dos cárteles más poderosos de México, el de Sinaloa (CDS) y el Jalisco Nueva Generación (CJNG).
Unos afincados en el poder político y religioso en la alcaldía de Ayutla, en el departamento de San Marcos, y otros consolidados en el departamento de Huehuetenango (ambos en Guatemala) en su conexión con grupos disidentes de la guerrilla colombiana Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), dedicadas al trasiego de cocaína a Centroamérica, dichos grupos almacenan y comercian la droga que, a partir de la línea fronteriza con México, se convierte en el trofeo de la guerra sin cuartel que mantienen “jaliscos” y “sinaloas” en territorio chiapaneco.
Desde la última década del siglo pasado, ambas organizaciones criminales guatemaltecas han sido identificadas por el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos como proveedores natos de las bandas criminales mexicanas.
El lazo natural de Los Huistas y Los Pochos, sobre todo, se ha dado con el Cártel de Sinaloa en sus distintas vertientes y liderazgos, ya sea con Joaquín “El Chapo” Guzmán (quien precisamente tuvo su primera detención en 1993 en el departamento de San Marcos, Guatemala).
Luego con Ismael “El Mayo” Zambada (su hijo, Vicente Zambada Niebla, “El Vicentillo”, fue designado por “El Chapo” para coordinar el envío de las toneladas de cocaína con destino a Estados Unidos, provenientes de Centroamérica y Suramérica), o con los herederos de esos capos, específicamente con “Los Chapitos”, hijos de Guzmán Loera.
A principios de este siglo, entre 2000 y 2003, Los Huistas comenzaron a vender cocaína a organizaciones criminales mexicanas como Los Zetas y al Clan de Los Valencia o Cártel del Milenio, escisión del Cártel de Sinaloa, de donde surge Nemesio Rubén Oceguera Cervantes, “El Mencho”, hoy líder del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG).
Desde entonces, el capo visualizó un gran negocio el tráfico de cocaína desde la frontera sur, sobre todo por el debilitamiento de los dos grandes cárteles de Guatemala desde las décadas de los ochenta y noventa: Los Lorenzana y Los Mendoza, quienes en aquellos años consolidaron una gran alianza con la organización criminal Los Zetas.
Tanto Los Mendoza y Los Lorenzana aprovecharon el auge del tráfico de cocaína de los cárteles colombianos hacia Estados Unidos en las dos últimas décadas del siglo pasado, principalmente el Cártel de Medellín, de Pablo Escobar Gaviria, y el Cártel de Cali, de Gilberto Rodríguez Orejuela y Miguel Rodríguez Orejuela, para facilitar el acceso de esa droga hacia México a través de corredores y pistas aéreas clandestinas en las regiones de Zacapa e Izabal, en el departamento de Petén, en la costa del Atlántico y fronterizo con Belice y Honduras.
Óscar Martínez, periodista salvadoreño del medio digital El Faro, narra en su crónica Guatemala se escribe con zeta, que aparece en el libro Crónicas Negras, desde una región que no cuenta (Aguilar, 2014), que en una conversación con un narcotraficante llamado El Colombiano en una cárcel guatemalteca le contó que en 1996 el diario San Jose Mercury News publicó un reportaje que vinculaba a traficantes de cocaína y crack de finales de los ochenta en Los Ángeles, con el financiamiento de la Contra en Nicaragua y el beneplácito de la CIA.
“Esa actitud permisiva de los Estados Unidos facilita en los noventa la llegada de colombianos a Centroamérica, sobre todo a Guatemala. Los primeros padrinos aquí son los colombianos que se mudan con sus equipos administrativos, sus financieros, sus contadores. Lo que hacen cuando deciden que es una plaza importante para conectarse con México es acudir a viejos agentes del Estado, del Ejército. Los que se involucran son exagentes de aduanas, excomisionados militares, exespecialistas del Ejército”.
El Colombiano menciona a Óscar Martínez que el motivo para designarlos es porque “están en el terreno y conocen la frontera. Están dejando su pertenencia activa en las fuerzas de seguridad del Estado, pero mantienen contactos. Usan las ganancias de las drogas para comprar tierras, abrir líneas de transporte, gasolineras, negocios que sirven para blanquear pero que posteriormente se estabilizan”.
“Ahí vienen Los Mendoza, cuyo nicho es Izabal. De ahí salen también Los Lorenzana, de Zacapa. Waldemar Lorenzana era un agente de aduanas y luego cuatrero. Muy exitoso en los negocios”.
Los Huistas y Los Pochos recorrieron esos “pasos francos de cocaína” más hacia el norte, hacia los dos departamentos fronterizos de Guatemala con México: San Marcos y Huehuetenango, colindantes con Chiapas. Ello orilló al Cártel de Sinaloa a pactar con ambos grupos criminales, aunque en los últimos años Los Huistas también han establecido alianzas con el CJNG.
Al año siguiente de que escaló la disputa por Chiapas entre estas bandas criminales, el 18 de marzo de 2022, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos, a través de la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC, por sus siglas en inglés), reveló que Los Huistas tienen negocios con el CJNG y con el CDS.
“La organización Los Huistas contrabandea cocaína, metanfetamina y heroína desde su base en el norte de Guatemala hasta los Estados Unidos, utilizando a organizaciones mexicanas como el Cártel de Sinaloa y el Cártel Jalisco Nueva Generación. También produce heroína y fabrica metanfetamina para exportarla a Estados Unidos. La cocaína, metanfetamina y heroína que se consume en Estados Unidos suelen estar mezcladas con fentanilo, lo que puede aumentar significativamente la posibilidad de sobredosis y muerte de sus usuarios”.
El organismo estadounidense también mencionó que dicha organización criminal “controla los campos de cultivo de amapola en la región montañosa, que abarca los departamentos de Huehuetenango y San Marcos, y ha importado productos químicos precursores de China para fabricar metanfetamina. La organización centralizada y jerárquica de la organización Los Huistas también participa en el lavado de dinero”.
Este hecho y la disputa de la zona fronteriza en el departamento de San Marcos, en manos de la familia Suñiga-Morfín, o Los Pochos, en la costa del Pacífico guatemalteco, y que colinda con Tapachula y con la Sierra Madre de Chiapas o Sierra de Mariscal, que comprende los municipios de Motozintla, Mazapa de Madero, El Porvenir, Bejucal de Ocampo, La Grandeza, Amatenango de la Frontera, Frontera Comalapa, Bella Vista, Honduras de la Sierra, Siltepec y Chicomuselo, han detonado, al menos desde 2021, niveles de violencia nunca vistos en la zona por la guerra sin tregua entre el CDS y el CJNG.
La zozobra en la región fronteriza Chiapas es algo que se traga todos los días. De este y de aquel lado de la línea divisoria, en el Suchiate, en el Usumacinta o en la zona del Petén, el silencio y el miedo carcomen a sus habitantes, a las mismas fuerzas de seguridad y militares de México y Guatemala, a los periodistas.
Invariablemente todos piden el anonimato cuando hablan sobre los grupos criminales que siembran el terror en la zona, el Cártel de Sinaloa y el Cártel Jalisco Nueva Generación, de este lado, Los Huistas y Los Pochos, de aquel.
Un reportero guatemalteco que pide no dar su nombre afirma que cada vez son más numerosas las incursiones armadas del CJNG a territorio chapín, sobre todo para llevar a cabo “ajustes de cuentas”, “ajusticiamientos” o para “amedrentar a bandas locales”.
Narra que en septiembre de 2023 la Policía Nacional Civil (PNC) de aquel país emitió una circular en la que la alertó del ingreso del CJNG a territorio guatemalteco en Huehuetenango por las alcaldías de Nentón, Santa Ana Huista y Mesilla-Democracia, así como al departamento de San Marcos por las alcaldías de Tecún Umán, Malacatán, Tacaná y Sabinal.
“La organización criminal que encabeza ‘El Mencho’, según informes de instituciones de seguridad y militares en Guatemala, tienen presencia y operaciones en siete departamentos del país, pero además han logrado reclutar a militares para trabajar para ellos, incluso a miembros de el grupo de élite del ejército conocidos como Kaibiles, tal como lo hicieron en su momento Los Zetas”, menciona el periodista.
Erik Salvador Suñiga Rodríguez, “El Pocho”, fundador y pastor evangélico de la iglesia Ministerios, Restauración y Paz, ganó la alcaldía de Ayutla, en el departamento de San Marcos, Guatemala, en 2007, bajo las siglas del Partido Unionista y “bajo el manto protector de Dios”, según sus propias palabras.
Dos de los principales cruces fronterizos con Chiapas se encuentran en ese municipio: el de Talismán-El Carmen y el de Ciudad Hidalgo-Tecún Umán. Esos puntos geográficos son estratégicos en la geopolítica de los cárteles de la droga.
En esos pasos, sobre todo en los llamados “puntos ciegos” de la línea divisoria, cruzan por el Río Suchiate los productos y las personas, niñas, niños, mujeres y hombres, del negocio criminal de los grupos delictivos: drogas, armas, maderas preciosas, especies de flora y fauna en peligro de extinción, así como seres humanos víctimas del tráfico de migrantes o trata de personas.
“El Pocho” afianzó su poder en ese territorio hasta 2015, luego de reelegirse en 2011 con la coalición UNE-GANA y en 2015 con su propio partido, el Comité Cívico Crecer. En los comicios de 2019 optó por no reelegirse para un nuevo periodo. En cambio, determinó entregarse a la DEA, la agencia antinarcóticos de Estados Unidos, que lo había reclamado por el trasiego de cocaína hacia ese país.
En abril de 2021 su hermano, José Juán Suñiga Rodríguez, también aceptó ser extraditado a la Unión Americana y reconoció tener vínculos con el narcotráfico. Un año antes, en abril de 2020, Erik Suñiga falleció en una prisión de Texas por un padecimiento de cáncer.
Para julio de 2023, Isel Aneli Suñiga Morfín, hija de “El Pocho” y representante de Guatemala en la edición 2017 de Miss Universo, ganó la alcaldía de Ayutla y, según el Departamento del Tesoro de Estados Unidos, continúa con el negocio del narcotráfico de la mano de su esposo, José Juan Morales Cifuentes.
Desde finales de 2019 el Departamento del Tesoro lanzó una primera alerta, pero apenas el 28 de febrero de este año, el organismo estadounidense emitió un informe en el que señaló que “la organización Los Pochos , con sede en Guatemala y México, suministra toneladas de cocaína a varios jefes de alto nivel de células de tráfico de cocaína con sede en Guatemala y México”.
“La organización Los Pochos suministra grandes cantidades de cocaína a los líderes del Cártel de Sinaloa, que cuentan con una infraestructura de transporte para recibir, consolidar y transportar la cocaína a los mercados de los Estados Unidos. La organización Los Pochos se apoya en funcionarios públicos corruptos, incluidos policías y oficiales militares, fiscales y otras autoridades guatemaltecas, para facilitar su tráfico”.
A través de la Orden Ejecutiva 14059, el Departamento del Tesoro, por medio de la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC), puso en la mira a los nuevos liderazgos de esta organización criminal: Juan José Morales Cifuentes, Isel Aneli Suñiga Morfín y Erik Manuel Ochoa Villagán.
El informe menciona que Morales Cifuentes “es un distribuidor de cocaína y coordinador de transporte con sede en Guatemala asociado con el Cártel de Sinaloa y yerno del fallecido narcotraficante extranjero Suñiga Rodríguez”.
“Morales Cifuentes se aprovecha de sus conexiones políticas a través de su esposa, Isel Aneli Suñiga Morfin, quien es la nueva alcaldesa de Ayutla, para proteger los intereses de la organización Los Pochos. Es conocido por usar la violencia para resolver conflictos y ha participado en ejecuciones de antiguos asociados para promover las actividades de narcotráfico de la organización Los Pochos. Los traficantes mexicanos pagan impuestos a Morales Cifuentes para almacenar sus narcóticos en las ciudades fronterizas guatemaltecas de Tecún Umán y San Marcos”.
Sobre Isel Aneli Suñiga Morfin, la ficha indica que “utiliza sus conexiones políticas para promover la organización delictiva Los Pochos. La OFAC tiene motivos para creer que Suñiga Morfin posee empresas y cuentas bancarias que ha utilizado para actividades financieras ilícitas en apoyo de la organización delictiva”.
Ochoa Villagran –señala el documento– “es otro narcotraficante con base en Guatemala que opera y trabaja para Morales Cifuentes y la organización Los Pochos. Es uno de los principales lugartenientes de Morales Cifuentes que proporciona almacenamiento para cargamentos de cocaína”.
De este lado de la frontera y de aquel se respira el miedo. La zozobra se puede tocar con las manos. Se habla quedo. Se cuchichea el dolor.
Acá se minimiza el problema. Los desplazamientos y reclutamientos forzados, las desapariciones, los asesinatos, los narcobloqueos, el cobro de piso, las extorsiones, las amenazas, “son asuntos de dos bandas rivales”.
Allá se despliegan fuerzas policiacas y militares a la frontera por un tiempo. Se recibe a los refugiados mexicanos. Se insiste que “todo está bajo control”.
Y las cosas siguen su curso a las siguientes semanas, como sigue su curso el Suchiate. Como sigue su curso el Usumacinta. Como sigue su curso la zozobra y el silencio.
@RivelinoRueda/Reversos