Asesinato del sacerdote Marcelo Pérez refleja el clima de violencia que se vive en Chiapas
21 Oct. 2024 10:16 pm
SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS | El sacerdote tzotzil Marcelo Pérez sabía que su vida corría peligro. Enfrentó amenazas de grupos paramilitares y autoridades desde hace más de una década, y persecución judicial, pero siguió trabajando en la defensa de los derechos humanos en Chiapas, hasta que el pasado 20 de octubre fue asesinado tras oficiar una misa en San Cristóbal de las Casas.
Desde 2015, Marcelo Pérez tenía medidas cautelares por parte de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), debido al riesgo que enfrentaba.
La CIDH instó al Estado mexicano a adoptar medidas de protección para garantizar la seguridad del padre, luego de que en mayo de 2014 fuera seguido por vehículos cuyos ocupantes “parecían militares”. Además, el consejo parroquial había recibido información de que se ofrecían entre 100 mil y 150 mil pesos por su vida. El 15 de junio de ese año, individuos no identificados intentaron ingresar por la fuerza a la parroquia.
El documento recopila ejemplos de las amenazas recibidas durante 2014 y 2015, incluyendo una marcha organizada en Simojovel por grupos priistas en contra del padre. También se incluyen testimonios de fuentes que le informaron planes de secuestrarlo o asesinarlo. Sin embargo, El hostigamiento y las amenazas continuaron los siguientes años.
Antes, ya había tenido que abandonar la parroquia de San Pedro Chenalhó, Chiapas debido a amenazas por parte de los paramilitares que perpetraron la masacre de Acteal en 1997.
Apenas el pasado 13 de septiembre, en una marcha por la paz en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, el sacerdote habló de las medidas cautelares que tenía y consideró “contradictorio que el gobierno me proteja porque también me ha atacado, (con) una orden de aprehensión”.
El sacerdote Marcelo de la Parroquia de Guadalupe, de nuestra Diócesis de San Cristóbal de Las Casas, se refería a la orden de aprehensión que Fiscalía General de Chiapas emitió en su contra en junio de 2022 acusándolo por la desaparición de 21 personas en Pantelhó el 26 de julio de 2021, cuando un grupo armado tomó la cabecera municipal e incendió casas. Los familiares de los desaparecidos acusaron a un grupo armado llamado “Los Machetes”.
En ese momento, el padre Marcelo demostró que ese día se encontraba en el municipio de Simojovel y hasta el día siguiente llegó a Pantelhó para mediar el conflicto entre el gobierno y los pobladores.
Pese a todo, el padre siguió liderando peregrinaciones a favor de la paz, en las que denunció la creciente inseguridad en el estado, el desplazamiento forzado de comunidades tzotziles y tzeltales, la desaparición de personas y continuó con su labor como mediador en conflictos sociales.
Originario de San Andrés Larráinzar, Marcelo Pérez Pérez fue párroco durante una década en Chenalhó y luego en Simojovel.
Tras las amenazas de muerte en su contra, la Diócesis de San Cristóbal de las Casas decidió trasladarlo a la parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe, donde siguió con sus peregrinaciones en contra de la violencia y llamó a construir un “movimiento de la vida por la paz de San Cristóbal”.
En las marchas aparecía con una boina negra, y en las misas era conocido por portar una sotana blanca con una enorme virgen de Guadalupe bordada.
En su perfil de Facebook también se veía esta dualidad: defensor y sacerdote. En la imagen de portada aparece él con gorra y camiseta negra, y muestra en su espalda la frase: “10 años en un solo corazón por la vida y el territorio”. Mientras que en su foto de perfil, luce su sotana blanca con la guadalupana.
Su trabajo fue reconocido a nivel internacional. En mayo de 2020, el gobierno de Suecia lo nominó para recibir el premio “Per Anger 2020” por su trabajo en defensa de la justicia, la paz y la dignidad de los pueblos originarios en Chiapas.
Pese a los llamados a resguardar su integridad y a su reconocimiento como defensor de derechos humanos, el sacerdote fue asesinado este 20 de octubre tras oficiar una misa en el Barrio de Cuxtilali en San Cristóbal. Fue atacado a tiros por sujetos armados a bordo de una motocicleta.
“El asesinato del Padre Marcelo es absolutamente inaceptable. Su labor era ampliamente reconocida por los pueblos indígenas en Chiapas, y también a nivel internacional. A pesar de contar con medidas de protección y de las constantes denuncias sobre las agresiones que enfrentaba, éstas resultaron insuficientes para impedir su asesinato”, destacó Jesús Peña Palacios, Representante Adjunto en México de la ONU-DH.
La Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) también condenó su asesinato y exigió una investigación exhaustiva, transparente y seguridad para otros sacerdotes en la entidad.
“Este acto de violencia (…) no solo priva a la comunidad de un pastor dedicado, sino que también silencia una voz profética que incansablemente luchó por la paz con verdad y justicia en la región de Chiapas”, señaló en un comunicado.
Mientras que el cardenal Felipe Arizmendi Esquivel, obispo emérito de San Cristobal de las Casas, quien ordenó a Marcelo Pérez Pérez sacerdote en abril de 2002 destacó que “siempre estuvo comprometido con la justicia y la paz entre los pueblos originarios, sobre todo en Simojovel y acompañando a las víctimas de la violencia interna en Pantelhó”.
“Su asesinato nos demuestra, una vez más, el clima de violencia que se ha desatado en Chiapas y en casi todo el país. Hay una descomposición social, que empieza por la destrucción de la familia y se consolida por la impunidad en que actúan grupos armados. No todo es culpa del gobierno, pero es indicativo de que el gobierno y todos nosotros, incluso las iglesias, estamos rebasados”, remató.
Tras el homicidio, personas se congregaron en la iglesia de Guadalupe para despedirse del padre y exigir justicia.
“¿Qué queremos para el padre Marcelo?”, preguntó una persona en un altavoz. “¡Justicia!, ¡Justicia!”, “¡Justicia!, ¡Justicia!”, respondió la multitud.
Con información de Orsetta Bellani/Animal Político