El Reporte

Dictan auto de formal prisión a Osiel Cárdenas Guillén; alcanzaría una pena de 730 años de prisión

23 Dic. 2024 12:17 am

EDOMEX | Un juez federal dictó auto de formal prisión en contra de Osiel Cárdenas Guillén, exlíder del Cártel del Golfo y fundador de los Zetas, por su presunta responsabilidad en el delito de homicidio calificado cometido en contra de seis personas, entre ellas dos mujeres, que eran familiares de un testigo protegido y que fueron asesinados en el año 2007.

Desde el pasado 16 de diciembre de 2024, el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos deportó a México a Osiel Cárdenas Guillén, debido a que tiene en su contra siete procesos penales federales abiertos por su probable responsabilidad en la comisión de diversos delitos.

“Al devolver a este individuo peligroso a México, donde enfrenta cargos graves, hemos dado un paso significativo para proteger nuestras comunidades y mantener el estado de derecho”, afirmó Samuel Olson, un directivo de la Oficina de Detención y Deportación de Chicago (ERO).

Al llegar a México, la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC) informó que recibió a Osiel “N” y que este sería ingresado al Centro Federal de Readaptación Social (Cefereso) número 1 en el Altiplano, en el Estado de México.

En el primer procedimiento penal abierto en su contra por el delito de delincuencia organizada y otros relacionados al crimen organizado, el llamado “Mata Amigos” -nombrado así por el asesinato del narcotraficante Salvador Gómez, viejo amigo suyo- se declaró inocente de los cargos de narcotráfico y no contestó más preguntas para no autoincriminarse.

Cárdenas Guillén rindió su declaración ante Daniel Marcelino Niño Jiménez, juez cuarto de distrito en materia penal en el Estado de México, en la primera audiencia celebrada en el Penal del Altiplano.

Entre las otras causas penales abiertas en su contra también se le señala por su probable responsabilidad en la comisión de diversos delitos como delincuencia organizada con la finalidad de cometer operaciones con recursos de procedencia ilícita, acopio, portación y posesión de armas de fuego y de cartuchos de uso exclusivo del Ejército, cohecho, entre otros.

La Fiscalía General de la República (FGR) estima que el narcotraficante alcance una pena aproximada de 730 años de prisión por esos delitos.

Cárdenas Guillén fue puesto en libertad en agosto de este año, 21 años después de ser detenido y 17 años después de haber sido extraditado a Estados Unidos, donde se declaró culpable de tráfico de droga, lavado de dinero y extorsión a agentes federales estadounidenses.

Fue en ese mes cuando el capo dejó el Centro Penitenciario Terre Haute, en Indiana, donde purgaba la pena, para ser trasladado al Centro de Detención de Otay Mesa.

El Cártel del Golfo llegó a ser uno de los grupos criminales más temibles de México. Sin embargo, en los últimos años perdió influencia y se ha dividido en múltiples facciones.

Como líder, Cárdenas Guillén supervisó un imperio de narcotráfico responsable de la exportación de miles de kilos de cocaína y marihuana a Estados Unidos desde México, según fuentes judiciales.

Fue detenido en 2003 en Tamaulipas y extraditado en 2007 a Estados Unidos, donde fue condenado en 2010 a 25 años de cárcel y al pago de 50 millones de dólares.

En 1999, amenazó con matar a un agente de una oficina del sheriff que trabajaba encubierto con el ICE después de que se negara a entregar un cargamento de aproximadamente 988 kilos de marihuana.

Ese mismo año, dos agentes -uno de la agencia antidrogas de Estados Unidos (DEA) y otro de la policía federal estadounidense (FBI)- fueron rodeados por Cárdenas Guillén y su banda y amenazados con pistolas mientras circulaban en un vehículo oficial por Matamoros, Tamaulipas, en cumplimiento de sus funciones.

El narcotraficante reclutó a antiguos militares de las fuerzas especiales mexicanas para que formaran su guardia personal, pero esta fuerza de protección acabó operando por su cuenta con el nombre de Los Zetas, una de las bandas más sanguinarias de México hasta su desmantelamiento.

Tras la captura de Cárdenas Guillén, en 2003, Los Zetas libraron una lucha a muerte con el Cartel del Golfo por controlar su territorio y actividades.

Los Zetas, cuyos integrantes solían vestir de negro y utilizaban rangos de tipo militar para diferenciarse, como “comandantes”, “veteranos”, “halcones” o “cobras”, abarcaron otras actividades además del narcotráfico, como el comercio de combustible robado en México hacia Estados Unidos y el secuestro de migrantes.

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