Pemex, el riesgo de dejar de pagar

27 May. 2025 7:57 pm
La falta de pagos a proveedores paraliza pozos, impacta la logística y deja sin combustible a ciudadanos. Pemex arrastra una crisis que ya es social.
Gabriel Becerra Dingler En Petróleos Mexicanos (Pemex), los problemas financieros ya no son una cifra más en los informes contables. Hoy, la falta de liquidez está comenzando a traducirse en una crisis operativa con consecuencias reales para la vida de los ciudadanos.
El 16 de mayo, la empresa Transportes Internacionales Tamaulipecos (TITSA), encargada de trasladar líquidos en la zona norte del país, suspendió sus servicios a la petrolera estatal. La razón: un adeudo desde 2024. El hecho fue notificado en una nota interna de Faustino Alonso Fuentes, responsable de Producción en la Región Norte, dirigida a Ángel Cid Munguía, quien recién asumió la dirección de Pemex Exploración y Producción (PEP).
El saldo es alarmante. Más de 120 pozos cerrados, casi 5 mil barriles diarios de producción diferida y 5.6 millones de pies cúbicos de gas que no llegarán a los sistemas de distribución. Equipos de perforación detenidos, y el personal inmovilizado por falta de diésel. La infraestructura energética nacional comienza a paralizarse, no por falta de petróleo, sino por falta de pago.
Pero el verdadero punto de quiebre ocurre cuando la crisis financiera de Pemex se convierte en un problema social. En los estados de Puebla, Tlaxcala y Nuevo León, en mayo llegaron reportes de escasez de gasolina en alguna estaciones de servicio de la marca Pemex. Gasolineras con bombas cerradas y en alguna casos con una venta racionada a 20 litros por auto y con ello, la molestia ciudadana. Lo que empezó como un asunto entre la petrolera y sus contratistas, ha escalado hasta afectar directamente a los consumidores. Si bien, el suministro comenzó a regularizarse, es porque Pemex esta jalando la cobija. Es decir, cubre en un lado y descubre en el otro, solo tapando el sol con un dedo.
Este no es un incidente aislado. Es la consecuencia de un patrón. Pemex arrastra una pesada deuda con cientos de proveedores, desde transportistas hasta compañías de servicios especializados. A falta de pagos, las empresas dejan de operar. Y al detenerse ellas, se detiene Pemex. Y cuando se detiene Pemex, se detiene parte del país.
La reciente ratificación de Ángel Cid como director de PEP y el anuncio de recortes de personal de confianza en Pemex apuntan a una estrategia de racionalización, pero eso no basta. Una empresa como Pemex no puede simplemente administrar la crisis: tiene que superarla. Eso implica pagar lo que debe, reorganizar sus contratos y recuperar la confianza de quienes hacen posible su operación diaria.
La situación actual pone en duda la capacidad de Pemex para garantizar el suministro energético nacional. No se trata solo de cuánto crudo puede extraer o cuántas refinerías puede operar, sino de si puede sostener su red logística y sus relaciones con proveedores. Esa red es el sistema circulatorio de la petrolera. Si se colapsa, la operación entera entra en falla sistémica.
Hoy, el país necesita respuestas claras. ¿Puede Pemex pagar a sus proveedores? ¿Qué plan existe para evitar nuevas suspensiones de servicio? ¿Cómo se garantizará que la ciudadanía no pague los platos rotos de una mala administración financiera?
La lección es evidente: las decisiones de Pemex ya no solo impactan sus estados financieros; impactan directamente al ciudadano que espera cargar gasolina para ir a trabajar o mover su mercancía. No pagar tiene consecuencias. Y cuando la empresa más grande del país deja de cumplir, el país entero lo resiente.