En las causas sociales, no hay dádivas, hay compromiso
17 Jul. 2025 8:33 am
OPINIÓN
Pablo Andreí Zamudio
En las causas sociales no creo ni en el altruismo ni en las donaciones. No porque desprecie los actos de generosidad, sino porque creo que, cuando se trata de transformar realidades injustas, lo que necesitamos no son actos aislados de caridad, sino compromisos profundos de participación.
Nada regalamos: todos aportamos, o al menos, todos deberíamos. Lo social no se reduce a dar desde lo que sobra, sino a construir desde lo que somos. Participar en una causa no es extender la mano para asistir al otro, sino tender un puente que nos implica, nos compromete y nos transforma.
No ayudamos a los otros como si les hiciéramos un favor. Nos ayudamos al ayudar a los otros. Porque en cada injusticia que enfrentamos juntos, también está en juego nuestra propia dignidad. Luchar contra el hambre, la exclusión, el despojo, no es ayudar “a los que menos tienen”, sino asumir que un mundo así nos empobrece a todos.
La lógica de la donación perpetúa la distancia entre quien da y quien recibe. La participación, en cambio, rompe esa distancia: nos coloca al lado, no por encima. No se trata de resolverle la vida a nadie, sino de construir condiciones donde la vida de todas las personas pueda ser vivida con derechos, con voz, con dignidad.
Por eso no comparto la idea del altruismo como excepción ni de la donación como mérito. Lo que se necesita en las causas sociales es corresponsabilidad. No actos de bondad, sino decisiones de conciencia. No limosnas, sino luchas comunes. No espectadores, sino sujetos activos del cambio.
Solo así dejamos de ver las causas sociales como ajenas, y empezamos a entender que, cuando una persona se compromete con la justicia, no da algo de sí: se da a sí misma. Y ese acto, el de entregarse con los demás y no por los demás, es el que verdaderamente transforma el mundo.
