Industria petrolera: objetivo criminal

25 Ago. 2025 8:16 am
REPORTE MAYA
REDACCIÓN
CAMPECHE | La creciente industria del robo a las plataformas petroleras y buques de avituallamiento en el golfo de México es una mafia integrada por ex trabajadores petroleros y pescadores principalmente de Ciudad del Carmen y las costas tabasqueñas; son piratas modernos que trabajan en complicidad con personal de Petróleos Mexicanos (Pemex) y contratistas que cometiendo 182 incidentes directos a plataformas y barcazas de 2018 a lo que va del 2025.
Pemex informó que presentó una denuncia ante la Fiscalía General de la República (FGR) tras el abordaje de personas ajenas a la plataforma Akal-R, del Activo de Extracción Cantarell, ubicada en la Sonda de Campeche, en el Golfo de México. En el acto, fueron sustraídos cerca de 50 equipos de respiración autónoma.
El ‘incidente’, dijo, ocurrió la noche del 18 de agosto, alrededor de las 22:00 horas, cuando la administración de la instalación notificó la presencia de intrusos. De inmediato, el personal de Seguridad Física de Pemex, en coordinación con la Secretaría de Marina, activó el Protocolo General de Atención a Eventos en Instalaciones Marinas y Costeras.
Aunque se reforzó la vigilancia en la zona, no fue posible localizar a los responsables. Pemex confirmó que no hubo trabajadores lesionados; sin embargo, tres empleados presentaron crisis nerviosa, por lo que recibieron atención médica y fueron estabilizados en la misma plataforma.

El primer atraco de este año fue el 17 Febrero cuando la petrolera detalló que ocho ‘piratas’ asaltaron la plataforma Zaap Delta-D, del Activo de Producción Maloop Zapp, ubicada en Ciudad del Carmen, donde los atacantes sustrajeron dispositivos de radio, herramientas y equipos de respiración autónoma.
Derivado de este acto violento, “dos trabajadores de Pemex fueron evacuados de la plataforma, ante un posible escenario de estrés producto del incidente”, señaló la paraestatal, sin embargo, subrayó que no hubo heridos.
El incidente fue reportado inicialmente el sábado 15 de febrero por la sección 47 del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM) a través de sus redes sociales.
El sindicato compartió imágenes del operativo de rescate y traslado médico de los trabajadores afectados, quienes ya se encuentran en Ciudad del Carmen: “Nuestros compañeros que fueron amenazados y atracados por ‘piratas’ en la plataforma Zaap Delta, ya están en Ciudad del Carmen”, señaló el sindicato.

Los ataques de grupos “piratas modernos” en la Sonda de Campeche, una de las principales zonas petroleras de México, se han incrementado en los últimos años, según cifras oficiales, se han repetido al menos 169 veces desde 2018 a la fecha, todo a pesar de los patrullajes y vigilancia del personal de Seguridad Física de Pemex y los más de 100 elementos de la Marina que, en conjunto, custodian 115 plataformas petroleras ubicadas en el Golfo de México, según documentos internos de la empresa del Estado y testimonios de empleados y extrabajadores.
El ataque a la plataforma Zaap Delta-D no fue un hecho aislado. Según medios locales, un día antes, el 12 de febrero, se registró otro incidente en la plataforma KU-H, también ubicada en la Sonda de Campeche. En este caso, cinco individuos irrumpieron en la instalación y agredieron físicamente a dos trabajadores.
La Sonda de Campeche es una de las zonas más importantes para la producción de petróleo en México, albergando algunos de los principales yacimientos del país, sin embargo, su relevancia económica también la convierte en un objetivo para grupos delictivos que buscan sustraer equipos y materiales valiosos.
Los recientes ataques han puesto de manifiesto la necesidad de fortalecer las estrategias de seguridad en esta región estratégica; considerado como una de las zonas más ricas en recursos petroleros y como una importante zona de tránsito para la navegación marítima comercial, el Golfo de México, y en particular la Bahía de Campeche, se ha convertido en el principal teatro de la delincuencia marítima.

En un principio los robos afectaban a embarcaciones menores del tipo abastecedor, multipropósito, barcazas de abastecimiento, buques pesqueros y embarcaciones menores de pesca, a partir de 2016 se constata una evolución en el modus operandi. Grupos de hasta 15 hombres fuertemente armados a bordo de lanchas rápidas interceptan y abordan plataformas y buques petroleros para robar bombas haskel, equipo de buceo, equipos de respiración autónoma (ERA) e, incluso, se tienen reportes de toma de rehenes y heridos.
Fenómeno endémico en la región, la delincuencia marítima se ha venido desarrollando en las costas de Campeche y Tabasco desde 2010, alcanzando su paroxismo en 2018 cuando se reportaron 197 incidentes – entre robos, intentos de abordaje y vandalismo– en la Sonda de Campeche y el Litoral de Tabasco.
Entre 2019 y 2021, los incidentes se redujeron sensiblemente por la conjunción de diversos factores: por un lado, la restricción de operaciones a raíz de la pandemia de COVID-19 y, por el otro, el despliegue operativo, desde mayo de 2020, de la Operación Refuerzo Sonda por parte de la Marina Armada de México.
Debido al hermetismo de las autoridades gubernamentales, así como de las compañías que operan en el sector petrolero y de transporte marítimo, no existen cifras concordantes en cuanto al número de incidentes perpetrados se han cometido realmente a la fecha.
Los reportes de incidentes varían considerablemente de acuerdo con las diferentes publicaciones de medios de comunicación, organismos gubernamentales y autoridades internacionales.
De acuerdo con cifras reveladas por Petróleos Mexicanos (Pemex), de enero de 2015 a junio de 2025, solo reporta 84 ataques (entre robos, intentos de abordaje y vandalismo) a plataformas y buques petroleros, tanto de la paraestatal como de sus contratistas, causando pérdidas por cerca de 219 millones de pesos.

Por otro lado, la Secretaría de Marina contabilizó más de 134 ataques a instalaciones de Pemex y buques de carga nacionales y extranjeros durante el mismo periodo. No obstante, el International Transport Workers’ Federation (ITF) y el Maritime Bureau’s Piracy Reporting Center argumentan que las cifras podrían ser superiores, (el doble), debido a la falta de denuncias ante autoridades competentes.
Uno de los puntos débiles para erradicar el problema es la judicialización, la cual es incompleta si bien se han hecho grandes avances con la promulgación de la Ley Federal para prevenir y sancionar delitos cometidos en materia de hidrocarburos, la cual sanciona “el abordaje de plataformas y demás instalaciones en altamar” o “de aquel que invada áreas de exclusión a bordo de una embarcación”.
El Código Penal Federal (título relativo a Delitos contra el Derecho Internacional) prevé penas de prisión para un individuo en función de su pertenencia a una tripulación pirata siempre y cuando “apresen alguna embarcación o cometan depredaciones en ella”. La fragilidad del marco jurídico vigente dificulta los procedimientos de recolección de pruebas y elementos materiales, fragilizando el proceso judicial.Una mejora sensible pero todavía insuficiente

Los ataques tanto a plataformas petroleras como a buques petroleros y de carga se concentran en la Zona Contigua de Campeche, el Mar Territorial de Campeche, la Zona Económica Exclusiva de Campeche, la Zona Contigua de Tabasco, la Zona Económica Exclusiva de Tabasco y el Mar Territorial de Tabasco.
Según reportes periodísticos han habido 19 ‘incidentes violentos a plataformas de Pemex y de dos empresas extranjeras. Entre el 8 de enero y 16 de abril de 2022, hombres armados abordaron las plataformas Ku-Sierra, Tramp Sur (TMBD), Telt-A, Xanab-D e Itta-A.
Entre el 14 y el 29 de junio, otro grupo armado asaltó el Complejo Operativo de Rebombeo de Pemex y las plataformas Teekit Alfa, Plataformas CME II, Akal Charly, Akal Bravo Nova e Ichalkil Alfa.
El 5 de julio, alrededor de 5 hombres vestidos con ropa tipo comando abordaron la plataforma autoelevable PAE Jindal Pioneer de la empresa Italiana ENI-México, esta vez en el Litoral de Tabasco, cerca de Dos Bocas, robando equipos de respiración autónoma y otras herramientas.
El golpe más fuerte se reportó durante la madrugada del 14 de julio cuando hombres fuertemente armados abordaron 5 plataformas en el complejo Cantarell, en la Sonda de Campeche, sustrayendo casi 2 millones de pesos en equipos de las plataformas Akal-Metro, Akal-DB, Akal-TD, Sihil Alfa y Akal-TI.
El 7 de agosto, otro comando armado abordó la plataforma Blackford Dolphin (propiedad de Dolphin Drilling) y finalmente, el 11 de agosto, otro grupo armado intentó abordar la plataforma autoelevable Wets Titania (Seadrill).
En cuanto a buques, se contabilizaron 7 incidentes en ese año; en mayo piratas abordaron el buque de suministros Crest Tarasco, propiedad de Protexta, en las aguas de Paraíso (Tabasco).
El 29 de junio abordaron el buque mercante La Bamba, propiedad de Energía Naviera, en las costas de Ciudad del Carmen. El 17 de julio, a 11 millas náuticas de Dos Bocas en Frontera (Tabasco) criminales abordaron el buque de apoyo Xicalango, propiedad de Bourbon Tamaulipas, mientras que el 11 de agosto intentaron abordar el buque petrolero Antares, propiedad de Técnicas Marítimas Avanzadas, en las costas de Hokchi en Paraíso (Tabasco).

Entre el 27 y 28 de diciembre, criminales fuertemente armados atacaron nuevamente en la Sonda de Campeche. Esta vez abordaron dos buques de apoyo en alta mar, el Bourbon Artzbaze y el Bourbon Aliernor, propiedad de la naviera Bourbon Tamaulipas y el buque atunero Atunera 20, es pues el año 2022 el que más ataques violento reporta y el 2018 el de mayor número de atracos.

La Sonda de Campeche es de suma importancia económica para la industria marítima mexicana, especialmente en la extracción de petróleo y gas. Esta área, ubicada en el Golfo de México, alberga la mayoría de las instalaciones petroleras del país y con lo antecedentes mencionados se ha convertido en un objetivo principal de la piratería moderna.
Reportes de la Secretaría de Marina, señalan que la principal amenaza de esta área marítima es el robo armado, cometido por grupos de entre tres y siete personas que abordan embarcaciones y artefactos navales entre el ocaso y el amanecer.
Actúan con el rostro cubierto y portando armas de fuego. Estas personas zarpan desde localidades de los estados de Campeche, Tabasco y el sur de Veracruz, usando embarcaciones menores con motores fuera de borda de entre 75 y 200 caballos de fuerza.
En comparación con las primeras embarcaciones utilizadas para actividades ilícitas, se han dado cambios en las formas en que las organizaciones criminales emplean barcos para la piratería y el tráfico de drogas, según el Informe Anual del Narcotráfico Marítimo (IANM) 2023.

Los piratas modernos han desarrollado nuevas estrategias y tecnologías para evadir la detección, como el uso de unidades semisumergibles, sistemas de navegación autónoma, embarcaciones rápidas y contenedores marítimos modificados.
Los que coloquialmente conocemos como actos de piratería, para la Organización Marítima Internacional (OMI), son asaltos en el mar o narcotráfico marítimo. En México no existe legalmente el concepto de pirata para hacer alusión a actos vandálicos en el océano. De acuerdo con el Derecho Internacional, el Estado mexicano tiene la facultad de ejercer diferentes derechos en sus zonas marinas.
Es decir, que en aquellos ataques que ocurren dentro de las 12 millas del mar territorial, se le considera como robo a mano armada. Si estos robos o delitos se realizan fuera de ese perímetro naval, es cuando se consideran como actos de piratería.

Aunque los robos siguen siendo parte de los actos delictivos que realizan estos piratas, en la actualidad, el mercado del tráfico de armas y drogas vía marítima es esencial para estas organizaciones.
Lanchas Go Fast y semisumergibles, los predilectos para el robo en aguas abiertas
Una de las modalidades predilectas es el uso de lanchas Go Fast, caracterizadas por su velocidad, maniobrabilidad en aguas abiertas y capacidad de carga de hasta siete toneladas.

Llegan en embarcaciones pequeñas con potentes motores fuera de borda y capaces de evadir los radares. Los tripulantes suben a las plataformas marítimas que extraen petróleo o gas, y en minutos roban luces, tubos, válvulas o equipo electrónico.
Luego regresan a la costa para descargar la mercancía. Pocas veces son detectados. De acuerdo con organizaciones de marinos, los ‘piratas’ usan embarcaciones parecidas a las de pescadores de la zona, a las que se colocan motores fuera de borda.
Las bandas suelen contratar personas que conocen la región, como pescadores ribereños, desempleados de embarcaciones que apoyan a las plataformas marítimas o incluso técnicos petroleros.
Y es que en muchos casos los piratas conocen el equipo más valioso, el cual desmantelan en pocos minutos. Sería muy difícil que alguien que no conozca la Sonda de Campeche se pueda mover con facilidad, saber que equipos hay en las plataformas o las que están vacías. Muchos de los robos se cometen en plataformas sin personal, pero también se han reportado incidentes en otras donde hay trabajadores.
Tanto en las embarcaciones como en las plataformas existe equipo muy especializado o una cantidad importante de elementos metálicos.

No está claro el destino de lo robado pero el mercado para estos aditamentos no es muy grande, señalan los especialistas. En muchos casos se trata de equipo costoso. Un ejemplo son las luces de navegación que existen en los barcos y las plataformas, cotizadas en más de US$100.000.
La Semar estableció un programa especial para reforzar la seguridad en la zona donde se encuentran las plataformas. El plan contempla restringir la navegación en los alrededores de las instalaciones petroleras, así como vigilar con aviones y helicópteros.
A pesar de la estrategia los incidentes con piratas no cesan, revelan los especialistas. Y el problema puede rebasar la frontera mexicana. Tras el ataque a las Torres Gemelas de Nueva York, el 11 de septiembre de 2001, la Organización Marítima Internacional estableció un protocolo para reforzar la seguridad en las embarcaciones y mares internacionales.
La OMI es el organismo de Naciones Unidas responsable de la seguridad en la navegación, así como de prevenir la contaminación marina por las embarcaciones.

El pillaje a las instalaciones marítimas de Pemex se ha vuelto sistemático entre diversas plataformas del Litoral de Tabasco, Cantarell, Abjatun-Pol-Chuc, Ku Maloob Zaap, donde se concentra la mayor producción de crudo en el país. Ahí yace el preciado botín de los modernos piratas mexicanos: bombas hidroneumáticas de la marca Haskel, trajes para respiración autónoma, cables, entre otros aparatos para la producción de hidrocarburos.
Por su parte, Pemex refiere que los artículos robados de sus instalaciones terminan en el mercado negro; inclusive, algunos se llegan a ofertar dentro de la plataforma Mercado Libre. Mientras fuentes explican que el destino final de esos artículos son empresas proveedoras o incluso la industria venezolana.
La vulnerabilidad de las plataformas petroleras, por otra parte, ha creado dos perfiles de piratas del Golfo de México, según documentos internos de Pemex y trabajadores entrevistados: personas locales que se suman al pillaje por oportunidad; también hombres vestidos de negro, con adiestramiento tipo militar y capacitación para desmontar piezas importantes de los centros de control de los pozos.
Si bien, los documentos de la petrolera advierten colusión por parte de personal de Pemex con estos piratas, es diferente a la operación de huachicoleros de altamar, quienes tienen una estructura mucho más compleja y participan grupos del crimen organizado, y cuentan con navieras, distribuidoras, factureras, flota de barcos y hasta cuentas bancarias en el extranjero.
Los piratas han atacado principalmente plataformas satélite, que en muchas ocasiones suelen estar solas por varios días. Por esa razón nadie se da cuenta del hurto al instante, sino que se detecta cuando los sistemas advierten bajas de presión o los trabajadores llegan a la instalación para labores de rutina.
En otros casos, el personal activó el protocolo de seguridad al detectar la presencia de lanchas, pero la Marina o los agentes de Seguridad Física no podían atender el llamado de emergencia porque no había condiciones para que despegara su helicóptero.

Durante la noche del 29 de abril de 2019, cuatro figuras emergieron entre las sombras del mar, desplazándose con rapidez en dos lanchas ribereñas. Su objetivo era claro: abordar la plataforma Abkatún-D en el Golfo de México, según documentos de Pemex filtrados en Guacamaya Leaks
Elementos de la Secretaría de Marina arruinó sus planes. Al verse descubiertos, los piratas se lanzaron al mar. Solo uno no logró huir: Cecilio “D”, de 29 años, quien quedó oculto entre el rack de líneas en la zona de perforación.
La detención de Cecilio “D” desveló a las autoridades el perfil de los modernos piratas que operan en el Golfo de México. Pemex ha detectado dos tipos: por un lado están los lancheros locales cuyo jornal diario, según la petrolera, es de 500 pesos, y realizan esta actividad ilegal por una suerte de oportunidad.
Estos piratas incluso actúan de forma improvisada. Luis Pérez, quien fue administrador de algunas plataformas, recuerda que en una ocasión descubrieron a un pirata porque, si bien, tenía un overol amarillo con el logotipo de Pemex, también calzaba chanclas, algo impensable en un área industrial.
Por otro lado, existen grupos de piratas que visten de negro y se cubren el rostro. Y a diferencia de aquellos piratas improvisados, estos operan con mayor violencia y precisión.
El botín de estos dos perfiles de piratas no es aleatorio: buscan equipos de alto valor para la industria petrolera, como los ERA (equipos de respiración autónoma), bombas Haskel, transmisores de presión y cableado especializado.
El modus operandi sigue un patrón bien definido: las incursiones suelen realizarse de noche, después de las 17:00 horas, cuando la actividad en las plataformas disminuye.
Se trasladan en embarcaciones ribereñas de alta velocidad, con motores modificados y reforzadas para aguantar más peso de lo usual. Van en grupos de tres lanchas y se comunican entre sí con señales de lámparas, como si se tratara de un telégrafo óptico.
Para abordar las estructuras, emplean ganchos con cuerda con nudos, conocidos como “tarzaneras“, que les permiten trepar en cuestión de minutos.

Ante el avistamiento de estas lanchas, el personal de las plataformas debe alertar, pero al mismo tiempo realizan maniobras para ahuyentar a los piratas: se les advierte mediante bocinas que la Marina está por llegar.
En caso de abordaje de piratas, el protocolo es claro: el personal debe resguardarse en los llamados “cuartos de pánico” o en la zona del helipuerto. Estos espacios, detallan trabajadores entrevistados, suelen ser salas de control en plataformas satélites, estructuras de apenas dos niveles donde se monitorean los pozos y se mantiene la comunicación con la plataforma central.
Es en este punto del atraco, en el que la diferencia entre los distintos tipos de piratas se vuelve crucial, como quedó evidenciado en el caso de Cecilio “D”. Cuando los atacantes son piratas de oportunidad, el riesgo de una tragedia es aún mayor: a diferencia de los más experimentados, estos carecen de conocimientos técnicos y suelen actuar de manera imprudente.
Por el contrario, los piratas con formación militar ejecutan sus escapes con precisión. Entran al agua como clavadistas profesionales, se sumergen y llegan a sus lanchas para huir, pues no siempre hay patrullaje acuático. Empleados de las plataformas dijeronque antes de huir, los asaltantes deshabilitan los sistemas de comunicación y radio, retrasando la activación de la alerta de seguridad.
Según documentos internos de Pemex obtenidos por EL CEO a través de Guacamaya Leaks, la petrolera ha identificado algunas hipótesis sobre el destino de estos equipos robados, de las cuales dos resultan las más verosímiles:
El primero es la venta en el mercado negro local. Los delincuentes, muchos de los cuales se hacen pasar por pescadores, sustraen las bombas de las plataformas marinas y las venden a intermediarios por un precio que oscila entre 5,000 y 10,000 pesos.
Posteriormente, estos compradores las revenden en plataformas electrónicas de comercio como Mercado Libre o Segunda Mano, donde su valor aumenta hasta 20,000 pesos, dependiendo de su estado. Para los delincuentes, la ganancia es significativa, considerando que su ingreso diario difícilmente supera los 500 pesos.
Proveedores en la mira de Pemex
El segundo escenario es la colusión entre proveedores. Aquí el gobierno federal tiene sospechas de que algunas empresas contratistas, dedicadas a la venta, mantenimiento y refaccionamiento de bombas Haskel para Pemex, operan los robos en complicidad con trabajadores desleales a la industria.
El objetivo, sostiene el documento, sería crear la necesidad artificial de suscribir nuevos contratos con la petrolera. Dicha hipótesis cobra fuerza al revelarse que 14 compañías han obtenido contratos con Pemex para el suministro y reparación de estos dispositivos.
Los trabajadores de Pemex señalan que los equipos robados no se venden a cualquier comprador; requieren conexiones en la industria para poder ser revendidos. En pocas palabras, hay colusión con funcionarios de la empresa. Y es que el nivel de precisión con el que estos piratas atacan sugiere que cuentan con información privilegiada sobre la ubicación y el valor de los equipos.
Pérdidas para Pemex
El saqueo de plataformas petroleras no solo representa una vulnerabilidad en términos de seguridad, sino que también ha generado pérdidas económicas significativas para Pemex.
Según datos publicados en la Plataforma Nacional de Transparencia (PNT), entre 2019 y 2024, el quebranto por el robo de equipos en instalaciones marinas asciende a 258.39 millones de pesos.
El año más crítico para la petrolera estatal fue 2019 —el primero de la administración del expresidente Andrés Manuel López Obrador— cuando las incursiones piratas representaron un impacto de 138 millones de pesos. Cifra que casi triplica la de cualquier otro año del sexenio.
En 2020, el daño económico se redujo a 61.4 millones de pesos, mientras que en 2021 descendió a 29.06 millones.
A partir de 2022, la tendencia a la baja continuó: ese año se registraron pérdidas por 20.14 millones de pesos, en 2023 la cifra cayó a 5.04 millones. Y al cierre de 2024, el monto ascendió a 3.85 millones de pesos.
Los daños de esta rapiña en altamar también ocasionan cierres de operaciones de los pozos o la falta de protección para los trabajadores en caso de una fuga. También genera una “producción diferida”, la cual impacta al plan de negocios de Pemex, que continúa operando en números rojos.
Fuente: Archivo Reporte Maya/ElCEO/EFE