¿Quién imparte justicia? El lenguaje único en voces con muchas resonancias

11 Oct. 2025 12:54 pm
OPINIÓN
PABLO ANDREI ZAMUDIO
La justicia, antes que un poder del Estado, es una encomienda: la virtud de reconocer lo justo y aplicarlo, incluso al propio Estado. La pregunta que surge es inevitable: ¿cuántas justicias pueden coexistir en un Estado constitucional? La respuesta más clara es una sola. Pero inmediatamente emerge otra interrogante: ¿esa justicia se expresa en una sola voz o en varias?
La realidad muestra que son varias las voces, quizá tantas como las materias que se analizan en cada caso —penal, familiar, civil, administrativa—, aunque todas deben mantener un mismo cauce: el del lenguaje jurídico cimentado en el derecho constitucional. El Estado no puede permitir ni que esas voces se distorsionen ni que una quede sin escuchar a la otra. Porque si bien hay diversidad de jurisdicciones, el derecho no admite contradicciones irreconciliables.
Ahí se encuentra el sentido de instituciones como la prejudicialidad, cuya función es evitar que dos decisiones judiciales se contrapongan. Se trata de suspender una controversia hasta que otra, de manera previa, sea resuelta, para impedir que el sistema de justicia termine hablando lenguajes opuestos. La justicia, con varias voces, nunca debe traicionar su cauce ni fragmentar su esencia.
El dilema cobra relevancia cuando lo llevamos a la práctica. Pensemos en un caso: una persona demandada en la vía familiar por violencia familiar pide restablecer convivencias con su hija o hijo menor. Sin embargo, al mismo tiempo, esa misma persona está penalmente vinculada a proceso por el delito de abuso sexual contra la misma persona menor.
¿Puede el juez familiar continuar su procedimiento y permitir las convivencias pese a la vinculación penal? La respuesta, atendiendo al principio de prejudicialidad, parece clara: la vía familiar no puede ignorar lo que ocurre en la vía penal. Permitir convivencias en esas condiciones podría traducirse en un riesgo directo para la integridad del menor y, peor aún, en una contradicción insalvable entre jurisdicciones.
El lenguaje de la justicia debe ser único, aunque se exprese en distintos foros. En el fondo, la pregunta sobre quién imparte justicia conduce a la misma conclusión: el Estado lo hace a través de sus órganos, pero siempre bajo una sola encomienda, la de proteger la dignidad humana y evitar que el derecho se convierta en un coro desentonado.