“Antes que partido, tenemos a México”: Xóchitl Gálvez en la ‘Marea Rosa’
19 May. 2024 7:24 pm
ELÍAS CAMHAJI | Miles de personas se dieron cita este domingo en el Zócalo de Ciudad de México para gritar por la democracia, protestar contra el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador y apoyar a Xóchitl Gálvez. Después de una semana de tensiones y polémica, la Marea Rosa ha salido a las calles para respaldar, por primera vez de forma abierta, a la candidata de la oposición por la presidencia.
“Antes que partido, tenemos patria”, afirmó Gálvez ante la multitud. “Antes que partido, tenemos república, tenemos democracia, tenemos a México”, agregó la abanderada de la coalición Corazón y Fuerza por México entre gritos de “¡Presidenta, presidenta” y “Fuera Morena”. La plaza más icónica del país se volvió a teñir de rosa, pero también de azul, rojo y amarillo, los colores del PAN, PRI y PRD, los partidos que la postulan. La concentración masiva llegó en un momento crítico: apenas horas antes del tercer y último debate presidencial, diez días antes del cierre de las campañas y a dos semanas de las votaciones.
“Vamos adelante, vamos sin miedo, hombres y mujeres libres, vamos por la victoria”, afirmó Gálvez, en un templete colocado frente a la catedral. “Vamos a ganar para abrir la puerta de Palacio Nacional para todos los mexicanos”, dijo sobre la sede del Gobierno, que le quedaba del lado izquierdo y que se convirtió en una trinchera rodeada de altas vallas metálicas para evitar que se acercaran los manifestantes, como suele suceder en las marchas y protestas en la capital. Es la cuarta convocatoria de la Marea Rosa, que hasta hace unos días se definía como neutral y apartidista, y que hoy ha hecho pública su simpatía por la candidata del frente opositor. “Fuera máscaras”, dijo esta semana el presidente López Obrador, el blanco de todas las consignas. Desde la perspectiva del oficialismo y la oposición es momento de definiciones: hay dos modelos políticos, dos proyectos del país, dos candidatas que aspiran a ser la primera presidenta del país, Gálvez o Claudia Sheinbaum, de Morena.
“Nos jugamos si los siguientes años serán de opresión o de libertad”, expuso la candidata. “Vamos a ganar para escuchar, no para insultar”, agregó, en una de las frases más aplaudidas entre los manifestantes. La Marea Rosa nació como un frente abierto contra el presidente y el desencanto, la preocupación y los reclamos contra el Gobierno parecieron ser las fuerzas más poderosa en la concentración. Por cada “¡Xóchitl, Xóchitl!” había gritos de “narcopresidente, narcopresidente” contra López Obrador; un “esquirol, esquirol” contra Jorge Álvarez Máynez, el candidato de Movimiento Ciudadano, o un “cárcel, cárcel” contra Martí Batres, el jefe de Gobierno de la capital. La Marea prácticamente no tiene medias tintas: es la oposición que acusa una deriva autoritaria, que ve conjuras desde Palacio Nacional para dividir al electorado opositor y que advierte de que existen grandes riesgos para la democracia si Morena sigue en el poder.
“Te calienta, te emociona, por fin tienes un liderazgo que te está defendiendo”, afirma Carlos Noriega, tras oír el discurso de Gálvez. “Esta elección será un parteaguas, si sigue esta nueva dictadura o hay altura de miras”, concuerda Tere Silva, su acompañante. La candidata se mostró un poco nerviosa al subir al templete, pero fue más contundente conforme avanzó su discurso. La exlegisladora sabe que se juega mucho en el debate de esta noche y ha priorizado, como en los dos anteriores, dedicar varios días a prepararse. La Marea Rosa supuso un cambio obligado de planes. Para la oposición es clave llegar a la recta final de la contienda con la idea de que pueden dar la pelea y de que la carrera “no se acaba hasta que se acaba”, al menos ante sus seguidores. “Para mí, es muy importante demostrar que esta elección no está decidida, que no es un trámite, como dijo Sheinbaum, por eso estoy aquí”, explica Lorena Laboriel.
La última marea fue diferente a las anteriores. Fue la más explícita de todas y rebasó en varios momentos la línea que separa la movilización ciudadana de un mitin partidista. Fue también más tensa que otras. Muchos accesos al Zócalo fueron cerrados por el Gobierno y hubo encontronazos con el campamento de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), instalado desde el pasado miércoles y que se negó a replegarse de la plaza. Muchos de los asistentes a la manifestación estaban convencidos de que la presencia de la CNTE era una “provocación” y “juego sucio” del presidente. “No nos mandó nadie”, asegura Guadalupe Ibarra, una profesora jubilada de 64 años, mientras una simpatizante de la marea grita del otro lado de un improvisado cordón, un mecate que apenas divide ambas protestas. “Que nos perdonen, pero nosotros no podemos estar con el PRI y el PAN, que tanto daño hicieron a la educación”, justifica Ibarra.
Además, hubo tensiones sobre el cerco metálico que dividió a ambas manifestaciones, retirado por los manifestantes de la Marea. Hubo protestas por si iba a estar izada la bandera de México en la plaza central, un pleito que llegó hasta los tribunales y que, finalmente, permitió que fuera alzada en el centro de la Plaza de la Constitución por miembros del Ejército. Hubo reclamos contra la presidenta del INE, Guadalupe Taddei, que criticó que la manifestación usara el color rosa, el color con el que se identifica al árbitro electoral. Hubo sospechas sobre si las autoridades de la capital decretaron la contingencia con la única idea de que no hubiera gente en las protestas en el centro de la ciudad.
La marea sentía que iba contra viento y marea. A pie de calle, todos esos factores influyeron en el desarrollo de la concentración: fue difícil llegar, hubo caos y las aglomeraciones en las calles aledañas se dieron al mismo tiempo que quedaban huecos en la plancha. “Nos cerraron la ciudad, pero hace falta mucho más que eso para detenernos”, afirma Yazmín Lujano, de 50 años, que llegó desde Toluca a manifestarse con sus padres, José, de 86 años, y Bertha, de 82.
“La importancia del acto es estratégica”, afirma Francisco Javier Azcoitia, un ciudadano de 67 años, que se define como apartidista pero de derecha. “Era obvio que el Gobierno no iba a dejar que Xóchitl cerrara en el Zócalo, tuvo que hacer el acto a través de la Marea y las organizaciones civiles”, argumenta. No hubo casualidades en la intencionalidad política de la protesta. “No podemos ser neutrales”, zanjó Guadalupe Acosta Naranjo, representante opositor ante el Instituto Nacional Electoral (INE) y primer orador del acto, que incluyó también la participación de Santiago Taboada, el candidato del frente opositor a la Jefatura de Gobierno de la capital.
Los candidatos del frente opositor fueron las grandes estrellas del acto. “Quiero una ciudad en la que el Gobierno y la sociedad sean más fuertes que cualquier organización criminal”, afirmó Taboada, en un guiño a las consignas que gritaban los asistentes y se leían en muchas de sus pancartas: “narcopresidente”, “narcocandidata”, “narcogobierno”. “Era inevitable, son momentos en los que no puedes ser neutral, la única candidata que garantiza la democracia es Xóchitl, Claudia es lo contrario”, comenta Antonio Garci, de 56 años, que llegó al acto disfrazado de calavera y con un letrero contra el aumento de la violencia en la Administración de López Obrador.
Hubo también un inflable gigante que representaba al presidente como un bebé llorón, amplios contingentes de militantes partidistas y miles de sombrillas para buscar refugio del sol, que cayó a plomo durante toda la jornada. En la misma plaza convivieron de forma simultánea campamentos de la CNTE desperdigados como islas, una marea desbordada de opositores y la Pejelandia, una improvisada tienda donde se venden souvenirs del presidente, aunque esta mañana se mantuvo cerrada. Y no pasó nada. Fue, pese a todas las tensiones que sobrevolaban el Zócalo, un acto pacífico.
“Para salvar a la democracia hay que apoyar a Xóchitl y quitarle poder a Morena”, expone Lydia Ordóñez, de 54 años. Gálvez pronunció su discurso a todo pulmón, agradeció el apoyo de la Marea Rosa y se comprometió a luchar por la victoria. “México es primero”, afirmó. “Estoy dando la batalla para defender tres valores: vida, verdad y libertad”, dijo emocionada. “¡Vida, verdad y libertad, vida, verdad y libertad!”, rugió la plaza. La Marea Rosa se permitió gritar por primera vez, al menos de forma abierta, sin tapujos, “¡Xóchitl presidenta!”.
Las miradas están puestas ahora en el tercer debate, la última oportunidad que tienen los candidatos de contrastar ideas y apelar a millones de personas antes de entrar al frenesí de los cierres de campaña. El 29 de mayo será el turno de Sheinbaum para volver a la misma plaza, el Zócalo, en su último mitin de la contienda. No hay tiempo para más. En cuestión de días, México elegirá a su próxima presidenta. El País