Chiapas

Las tres elecciones que la violencia deformó

26 Ago. 2024 5:05 pm

Alejandro Santos Cid | Las elecciones llegaron tarde a ciertos rincones de Chiapas. Todo México votó el 2 de junio en unos comicios que eligieron a la primera presidenta de la historia del país, la oficialista Claudia Sheinbaum, con una mayoría abrumadora. Todo, excepto tres pueblos del Estado sureño: Pantelhó, Chicomuselo y Capitán Luis Ángel Vidal. Allí, la jornada política más importante de las naciones democráticas, cuando los habitantes acuden a las urnas para ejercer su derecho y elegir a sus representantes públicos, tuvo que aplazarse. El conflicto armado que se ha desatado en la región en los tres últimos años tuvo la culpa. Casi tres meses después, este domingo, los municipios volvieron a intentarlo, pero la violencia no cesa y casi nada ha cambiado desde el inicio del verano. En Pantelhó no pudieron celebrarse; en Chicomuselo, solo parcialmente; de Capitán Luis Ángel Vidal, una comunidad prácticamente aislada en el monte, apenas han llegado noticias.

Nada iban a cambiar en el panorama político mexicano las elecciones de los tres municipios de Chiapas, pero sus ciudadanos debían escoger alcaldes y representantes en el Ayuntamiento. La semana previa se desarrolló igual que los meses anteriores: bloqueos de carreteras, a manos de grupos criminales y civiles armados, repartidos alrededor de los pueblos llamados a votar; secuestros de hombres adultos para utilizar como escudos humanos en los retenes ilegales; tiroteos; escaramuzas entre los sicarios y las fuerzas armadas, una de ellas, saldada con la muerte de un soldado de 22 años de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), Jaime Durán, fallecido en un ataque con drones que arrojaron explosivos contra los militares en Chicomuselo. Una sensación general de inseguridad que hace tiempo que no es nueva en la región, mientras 18.046 personas eran llamadas a elegir 18 cargos públicos en unas elecciones calificadas como “extraordinarias” por los organismos oficiales.

El día anterior a los comicios, los responsables del Instituto Nacional Electoral (INE) todavía no tenían claro si era seguro celebrarlos o no. El viernes, en una reunión, el INE anunció que la Secretaría de Gobierno de Chiapas les había informado de que la violencia no había remitido en Pantelhó: “Tenemos conocimiento que dicha situación en los municipios en comento no ha presentado variación significativa”, según recoge Chiapas Paralelo. Los delegados del INE en el Estado decidieron anular las elecciones. Hay que evitar un baño de sangre, dijeron: “No podemos asumir la responsabilidad de brindar seguridad física ni gobernabilidad, porque no es nuestra función. La omisión por parte de las autoridades competentes en la materia, para brindar gobernabilidad y seguridad, puede conducir a que el día de la jornada electoral en el municipio de Pantelhó haya un baño de sangre, del cual nosotros no queremos ser moral ni legalmente responsables”.

Pantelhó, en los Altos de Chiapas, las montañas que rodean San Cristóbal de las Casas, ha sido uno de los municipios que más ha sufrido el asedio del crimen organizado en los últimos meses. Las noticias más habituales que llegan de aquellos montes hablan de masacres, desapariciones rutinarias, extorsión, grupos paramilitares y una población civil a la fuga: miles de desplazados que han dejado sus aldeas, mayoritariamente indígenas, para refugiarse en San Cristóbal, Tuxtla y otras ciudades más grandes dentro y fuera del Estado.

La Iglesia exige un desarme
La Iglesia Católica de Chiapas, convertida en un altavoz fundamental de los habitantes presos de la violencia ante un discurso del Gobierno que minimiza el conflicto y asegura que el Estado vive días de paz, se hizo eco de la decisión de Pantelhó y pidió lo mismo para Chicomuselo. “¿Por qué el proceso de reposición electoral en el municipio de Chicomuselo no fue suspendido teniendo peores condiciones de inseguridad y violencia en la región?”, preguntó la Diócesis de San Cristóbal en una carta pública. En ella, además de exigir el desarme de los grupos armados, urgió al INE a “no realizar la reposición electoral ya que no existen las condiciones para generar el proceso de elección y participación ciudadana, debido al alto nivel de violencia e inseguridad que vive la población”.

Chicomuselo es uno de los epicentros de la guerra entre el Cártel de Sinaloa y el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), las dos organizaciones de narcotráfico más poderosas del país, por el control del territorio, el tráfico de drogas y seres humanos y el dominio de sus habitantes. Solo en su región, la sierra Mariscal y la frontera con Guatemala, al menos 10.000 personas habían sido desplazadas forzosamente, según un estudio publicado en febrero. Desde entonces, lejos de revertirse el éxodo, la gente ha seguido huyendo. De acuerdo con los datos del propio INE, las condiciones de inseguridad han provocado que en el municipio solo un 40% de la población pudiera votar. De las 45 casillas necesarias para que todos sus habitantes pudieran acudir a las urnas, solo se instalaron 27.

En Capitán Luis Ángel Vidal, un municipio de poco más de 3.000 habitantes enclavado en el parque natural El Triunfo, el Instituto de Elecciones y Participación Ciudadana de Chiapas (IEPC) instaló seis casillas de votación. La presidenta del organismo, María Magdalena Vila Domínguez, reconoció el peligro de celebrar los comicios, pero reivindicó el derecho al voto de los chiapanecos, pese a todo: “Después de altibajos, complicaciones, obstáculos y condiciones adversas que han puesto en riesgo a la ciudadanía, a funcionarios de mesas directivas, personal del INE, personal de nuestros órganos desconcentrados y de las propias oficinas centrales de este Instituto, estamos con la disposición de cumplir con nuestra obligación constitucional de celebrar elecciones”.

El conflicto se escapa de las manos del Gobierno y Chiapas avanza hacia una situación de ingobernabilidad, cada día más a la deriva. Además de la violencia que rodeó a los tres municipios, dos grupos rivales se enfrentaron a tiros este domingo en Benemérito de las Américas, en la otra punta del Estado, fronterizo con Guatemala en la selva Lacandona. Una semana antes, en la carretera que conduce hasta el pueblo, aparecieron tres cuerpos con huellas de tortura y un tiro, el de gracia. Fuente: El País

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