Política

AMLO inicia su despedida en el Zócalo rindiendo su Sexto Informe de Gobierno

30 Ago. 2024 1:04 pm

REPORTE MAYA
CARLOS MONTESINOS

CDMX | 30/08/24 | Este domingo, el presidente Andrés Manuel López Obrador pondrá fin a uno de los rituales que han formado su trayectoria política desde que era un dirigente opositor en su natal Tabasco hasta lograr encabezar el nuevo partido dominante de la política nacional. Teniendo el Zócalo de la Ciudad de México como escenario por última vez antes de su retiro.

No es la última vez que llenará el Zócalo —esa será en el Grito de Independencia—, ni que tenga un acto masivo, pues seguirá teniendo eventos durante septiembre, mucho menos es su última aparición pública, todavía habrá mañanera hasta el día 30 de septiembre. Pero sí es la última vez que López Obrador sostiene uno de sus mítines en la plaza principal de la República.

El valor simbólico de la Plaza de la Constitución acompaña la carrera de López Obrador. Tanto que ya adelantó que su pintura oficial, la que quedará para la posteridad en la Galería de los Presidentes de Palacio Nacional, no tendrá como fondo el despacho más poderoso del país, sino el Zócalo que lo encumbró como dirigente político.

No es para menos, el Zócalo marca, de una forma u otra, cada evolución de López Obrador. Ahí pasó la prueba de fuego cuando el Éxodo por la Democracia llegó desde Tabasco en 1992, en el proceso consolidándose como una figura nacional. Una década después, en 2005, la plaza lo arropó en protesta contra su desafuero en el sexenio de Vicente Fox.

El Zócalo también enmarca el camino que López Obrador cruzó una y otra vez en su búsqueda por la Presidencia de la República. Fue ahí donde se proclamó “Presidente legítimo” tras el fraude electoral de 2006 y, en 2012, anunció su divorcio del Partido de la Revolución Democrática (PRD) para formar Morena.

A partir del 1 de julio de 2018, la dinámica cambió. Los gritos dejaron de ser de protesta para comenzar a ser de celebración. Cada vez menos activistas y más altos funcionarios ocuparon el escenario. Las críticas al Gobierno en turno dieron pie a una serie de promesas y compromisos. Pero el personaje principal seguía siendo el mismo que 25 años antes.

Más tardó López Obrador en rendir protesta como Presidente de la República que en regresar al escenario de sus grandes momentos, ahora ataviado con banda tricolor al pecho, pero sin el protocolo que caracterizó a sus predecesores. En vez de celebrar su asunción en cena con dignatarios y militares, él lo hizo con otro de sus mítines ante las masas.

El presidente que se apoderó del Zócalo
Ya como primer mandatario, mantuvo su cábala de cabecera y encabezó otros seis actos en la plaza más importante del país. Los primeros dos en 2019, el 1 de julio y 1 de diciembre, en los aniversarios de su elección y del arranque de su sexenio, respectivamente, para celebrarse a sí mismo y a su movimiento ya desde la cima del poder.

La pandemia de coronavirus alteró los ritmos y costumbres de prácticamente todo, incluyendo las dinámicas políticas de López Obrador. Por lo que no pudo hacer convocatorias durante 2020 y debió esperar hasta el 1 de diciembre de 2021, porque “ya hacía falta”, para celebrar nuevamente su aniversario y, de paso, cantar victoria sobre la emergencia sanitaria.

En la segunda mitad de su sexenio, López Obrador tuvo a bien desafiar a la oposición por el control de la Plaza de la Constitución. Retándolos a llenarla con manifestaciones de al menos 100 mil personas no una, sino varias veces, para demostrar que la ciudadanía estaba en inconforme con las políticas implementadas por su administración.

Al ruedo saltaron, primero, el Frente Nacional Anti-AMLO (FRENAAA) de Gilberto Lozano con un plantón que el viento se llevó y, después, la Marea Rosa promovida por Claudio X. González para protestar en defensa del Instituto Nacional Electoral (INE), la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) y en general contra el Gobierno morenista.

El movimiento opositor causó la respuesta de López Obrador, quien decidió no solo retomar el Zócalo, sino las calles con una mega marcha de más de cinco horas el 27 de noviembre de 2022. Solo para rematar, en 2023 conmemoró la expropiación petrolera el 18 de marzo y otro aniversario de su elección el 1 de julio.

La veda electoral llegó y pasó dejando consigo la victoria, aún más apabullante que la suya, de Claudia Sheinbaum, quien recibirá de López Obrador no solo la banda presidencial sino también una mayoría calificada en el Congreso de la Unión y 23 estados gobernados por miembros de la coalición oficialista.

Con este panorama, completamente a favor, López Obrador pondrá pie por última vez en el Zócalo al iniciar los últimos 30 días de su sexenio y, de cierta forma, comenzar el viaje de regreso 32 años después de haber marchado desde Tabasco. Ahora teniendo como destino final Palenque, Chiapas, para lo que asegura será su retiro de la política.

Claros y oscuros, el balance final del sexenio
Además de empezar la despedida de su trayectoria política, el Zócalo de este domingo es también el Sexto Informe de Gobierno de López Obrador. Por lo que deberá rendir cuentas de lo hecho durante su mandato y, en su caso, reconocer los pendientes que quedarán en manos de Claudia Sheinbaum desde el 1 de octubre.

Sobre el informe, Javier Santiago, académico del Departamento de Sociología de la Universidad Autónoma Metropolitana, dice a Reporte índigo que “es predecible que va a ser un acto triunfalista y en parte tienen razón, el triunfo electoral es inédito en la historia del país, independientemente del que logren la mayoría calificada o no en el Senado”.

Sin embargo, en cuanto a acciones de Gobierno y políticas públicas, indica que hay tanto aciertos como desaciertos que se deben razonar. Ponderando en lo positivo medidas como los incrementos al salario mínimo y la regulación del outsourcing, así como los esfuerzos para que grandes empresarios paguen impuestos y recuperar la rectoría energética del Estado.

En contraste, entre los aspectos negativos, “el propio Presidente reconoció que se equivocó en el tema de salud, la creación del Insabi”, organismo que fue creado y desaparecido este mismo sexenio. Señalando que también hay deficiencias evidentes en otros aspectos como el educativo o el de seguridad pública, principalmente.

En este diagnóstico, junto a los aspectos electoral y gubernamental, el profesor Santiago Castillo agrega que “también hay un aspecto político-ideológico que se refiere a una transformación profunda del régimen o del sistema. Yo iniciaría diciendo que no hay tal transformación profunda, el neoliberalismo no se puede extirpar por decreto”.

Siendo que López Obrador llegó al poder enarbolando críticas al neoliberalismo y si bien tuvo cierto avance en el combate a la pobreza, contrasta que “el modelo neoliberal sigue existiendo, los grandes empresarios ganaron como nunca han ganado. O sea, cada vez ganan más y este sexenio no fue la excepción”.

AMLO muestra su músculo por última vez y apoyará la reforma judicial
El clímax del sexenio obradorista trae consigo una disputa más en la que el dirigente, todavía Presidente de la República, podrá pararse al frente de la multitud para señalar al adversario. Teniendo en la oposición a su reforma constitucional al Poder Judicial, al adversario perfecto ante el cual mostrar músculo en este último round.

Quizá como mera ironía, pero para su despedida de la plaza que lo encumbró López Obrador estará a escasos metros, pasos del epicentro del descontento con su reforma. Pues en la esquina de Corregidora y Pino Suárez, la Suprema Corte de Justicia y sus agraviados integrantes observarán este domingo el Sexto Informe de Gobierno.

Con la inédita protesta del Poder Judicial, desde trabajadores hasta juzgadores pasando por estudiantes de derecho e incluso ministros de la Suprema Corte, “se crea un ambiente de tensión política en el momento de la transición que va a tener que enfrentar la nueva Presidenta ya próximamente”, advierte el profesor Santiago Castillo.

Con este ambiente efervescente, el académico recalca que el debate de la reforma judicial “es un asunto de nosotros los mexicanos y no tenemos por qué aceptar intervenciones”. Pues, apenas esta semana, López Obrador tuvo el tino de suspender relaciones con el embajador estadounidense Ken Salazar, más no con el Gobierno de Joe Biden, por criticar la iniciativa.

Con estas condiciones, explica Santiago Castillo, el primer mandatario “puede darse el lujo también de tener un discurso nacionalista radical, pero será eso, un discurso. No hay acciones nacionalistas radicales, sólo en materia energética, todo lo demás en el tema económico pues estamos más dependientes de la economía de Estados Unidos”.

En ese sentido señala otro de los pendientes del sexenio que concluye y que podría ser atendido por Claudia Sheinbaum durante su mandato: “Estamos atados a la economía estadounidense. Si algo sucede con Estados Unidos, un disgusto, va a repercutir en el país. No se cultivó el multilateralismo comercial”. Reporte Indigo

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