Salud, trabajo y bienestar en Chiapas
24 Dic. 2024 11:29 am
Libertas Capitur | Felix Sarracino
La situación de la salud en Chiapas es crítica. Es uno de los estados con más barreras de acceso a la salud, a la par de otros estados poco desarrollados del sur de México como Guerrero y Oaxaca. Según datos publicados del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social CONEVAL, 7 de cada 10 chiapanecos no tienen acceso efectivo a servicios de salud. Una cifra espantosa.
La importancia que la salud de los chiapanecos tiene a los ojos del régimen claudista, se evidencia en las aportaciones federales 2025 aprobadas para Chiapas. Se puede deducir de la tendencia histórica que, una de las causas de la deficiencia mencionada, es la mayor importancia que tienen otros propósitos gubernamentales, que le han quitado recursos públicos a la salud y que estos disminuyen año con año.
A este respecto cabe mencionar que, en el presupuesto de egresos 2025 de la Federación, hubo una criminal reducción de más del 55% para Chiapas en el rubro “Aportaciones para los Servicios de Salud”: de 6,266.4 bajó a 2,899.5, una disminución neta de 3,366.9 millones de pesos. Hay frases aplicables: obras son amores y no buenas razones. O como se dice en política: la amistad se refleja en la nómina. En fin, una evidencia más de que a la Federación le tiene sin cuidado la suerte de los chiapanecos.
En estas condiciones tendrá que cumplir sus compromisos el gobernador Eduardo Ramírez Aguilar, quien públicamente ha expresado que, “Es importante humanizar el sistema de salud para poder alcanzar los objetivos prioritarios, como ampliar la cobertura de los sistemas de salud y cambiar el enfoque hacia una política de prevención, para no depender solamente de la medicación”. Sin embargo, los padecimientos y las enfermedades, requieren medicación y atención médica profesional. Y con menos recursos públicos, va a ser muy difícil alcanzar esos objetivos (aunque, claro, siempre se tiene la opción de importar “médicos” cubanos, aunque sólo sirvan para “maldita sea la cosa”).
Pero si se quiere cumplir a los chiapanecos, habrá que suplir las deficiencias presupuestales con trabajo. Literalmente. Porque hay una causa aún más directa que impide a los chiapanecos el acceso a los servicios de salud, la economía informal. Hay una relación directa entre la informalidad laboral y la atención a la salud. Es evidente que el trabajo provee sustento a las familias, pero cuando el ingreso económico es exiguo y sólo permite una existencia precaria, existen serias limitaciones económicas que impiden tener los ahorros suficientes para enfrentar las contingencias de salud.
Cuando una empresa debidamente constituida contrata a un trabajador, se encuentra obligada y bajo el control de las instituciones que garantizan la seguridad social, a aportar un porcentaje al salario integrado del propio trabajador. El cual se destina precisamente a través de las instituciones creadas al efecto, a garantizar su acceso a los servicios de salud, vivienda, educación, cultura, invalidez y vida, pensiones, préstamos y ahorro para el retiro. Es decir, a mejorar su nivel de vida, que es la única condición objetiva que permitirá seriamente prevenir en materia de salud.
El tema omnipresente en la vida de los mexicanos y los chiapanecos se llama trabajo. Chiapas es un pueblo trabajador, sólo me hace falta asumir el trabajo con sus consecuencias formales y materiales. Como factor de la producción profusamente regulado, que permite a las personas el acceso a un ingreso que sufraga sus necesidades básicas y de sus familias. Pero que, además, tiene aparejado el acceso a la seguridad social, el goce y disfrute de sus derechos humanos, a través de las prestaciones sociales establecidas por las leyes.
Todo lo cual nos remite a un ámbito que, tal vez por un sesgo cognitivo o por obviedad, se deja de lado cuando se habla de la salud pública: el desarrollo económico. Este tiene un impacto directo porque crea las condiciones que llevan a formalizar las relaciones laborales. Las áreas gubernamentales a cargo (desarrollo económico, trabajo, reglamentos, etc.) deberían enfocarse en la promoción del empleo formal. Si aquellas fallan por deficiencia o corrupción, los factores de la producción seguirán en la informalidad y el sistema que debería brindar salud y seguridad social al grueso de los trabajadores chiapanecos, que ahí está, seguirá sin provecho.
Hay que recordar que según CONEVAL, entre el 75 y el 80% de la población chiapaneca trabaja bajo esquemas informales y, por tanto, no pueden exigir su afiliación a las principales instituciones de salud y prestaciones laborales, como lo son el Instituto Mexicano del Seguro Social IMSS y el Instituto de Seguridad Social Solo para Trabajadores del Estado ISSSTE; así como sus correlatos a nivel estatal. Ahí está señalada una gran asignatura, una evidente área de oportunidad para las autoridades estatales, urgidas como deberían de estar por suplir los boquetes presupuestales que el gobierno federal le ha infligido.
Como es evidente, el eje de este punto de vista -que no análisis- es que formalizar las relaciones laborales puede ser una herramienta para tener acceso a la salud y mejorar el nivel de vida. ¿El Gobierno de Chiapas quiere aplicar un enfoque preventivo en materia de salud? Ahí lo tiene: la salud en general no depende únicamente de la secretaría de salud. Se tiene que hacer muchas gestiones y usar el gobierno en su integralidad para compensar las aportaciones federales que se le quitó a Chiapas. Ante ese mensaje silente debería rugir el jaguar. Tiene que compensar con capacidad, el dinero que la presidenta le negó.
El gobierno no es sólo gasto presupuestal, sino capacidad del gobernante para alinear las acciones de la estructura gubernamental a los propósitos que asumió. Y si bien, se habla de un enfoque preventivo, qué mejor que aprovechar las bondades del sistema laboral ya establecido, bajo un silogismo básico: las empresas debidamente constituidas, tienen la obligación de inscribir a sus trabajadores en las instituciones que les garanticen a estos el acceso a servicios de salud y prestaciones sociales; si el trabajador no está inscrito en estas, no se le reconocen esos derechos.
Sería prolijo seguir enumerando las cifras que demuestran la crisis que padecen los chiapanecos en materia de salud, producto de las precarias condiciones económicas, la inseguridad, la ineficiencia, la corrupción, la discriminación, la falta de educación, la pobreza y la informalidad laboral. Lo que sí me permito, estimado lector, es recuperar una frase poderosa, que se debe escudriñar y reflexionar con seriedad. La usó como lema de su gobierno el presidente Adolfo Ruiz Cortines, pero se me ocurre que adquirió vida propia e intemporal: “México logrará el desarrollo con trabajo fecundo y creador”.